Antes de la pandemia, según la
FAO, 821 millones de personas pasaban hambre en el mundo. En España, el 26,1 %
de la población estaba en riesgo de pobreza o exclusión.
La realidad vivida se recoge
en este testimonio de un medio de comunicación social: “A las 10:00 horas de un
martes cualquiera en plena pandemia del coronavirus. En la sede de la
Asociación de Vecinos Civitas –del zaragozano barrio de Las Fuentes– cuatro
voluntarios preparaban los packs de comida que sólo una hora después empezaban
a recoger personas que, literalmente, no tienen ni para comer. Hoy llenan las
cajas con lo que tres horas antes han comprado en Mercazaragoza: 617 kilos de
comida; 632,50 euros. Las facturas están sobre la mesa.
Es la pitanza diaria desde el
pasado 11 de marzo. A 17 de mayo habían repartido 14.305 kilos. 6.101 provenían
del Banco de Alimentos de Zaragoza. El resto han sido donaciones y compras
propias. En total, han gastado más de 5.000 euros. 3.000 de los fondos de la
asociación y 2.000 que ha donado una agrupación.
Tan solo es una muestra de lo
que diariamente pasa en muchos puntos de cada ciudad de España. No es algo
únicamente achacable a la crisis actual, aunque esta lo ha acentuado hasta
límites difícilmente soportables. En 2018, con datos del Instituto Nacional de
Estadística (INE), el 26,1 % de la población en este país estaba en riesgo
de pobreza y exclusión social, según el indicador AROPE (At Risk of
Poverty and/or Exclusion), el cual considera que una persona forma parte de ese
grupo si cumple, al menos, uno de estos tres criterios: está en riesgo de
pobreza, tiene una carencia de material severa o vive en un hogar sin trabajo o
con baja intensidad en el empleo.
El porcentaje ha estado en
continuo descenso desde 2014, cuando alcanzó el tope del 29,2 %, tras seis años
consecutivos de crecimiento (desde 2008). En la actual, explica Ángel Franco,
portavoz de la Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal), parten de
1,1 millones: “No sabemos hasta dónde llegará, pero medio millón más, seguro”.
En España, a finales de 2019,
había 1.887 hogares monoparentales y el 81 % (1.530) tenían a una mujer al
frente. El 91,6 % son españolas, el 43 % están desempleadas y el 74,9 % llega a
final de mes con algún grado de dificultad, según el Estudio sobre las
Familias Monoparentales Perceptoras de Rentas Mínimas, elaborado por la Red
Europea de Lucha contra la Pobreza y financiado por el Ministerio de Sanidad.
Una madre, de Las Fuentes, que
está sola con sus dos hijas, de 20 y de 14 –ambas sin ingresos–. También está
desempleada. Por si fuera poco, a sus 47 años tiene una incapacidad
permanente total y se ha sometido a 16 operaciones. Lleva cinco años sin
trabajar (era gerocultora) y está diagnosticada de diabetes y artrosis: “La
única opción que me da la Seguridad Social es trabajar de teleoperadora”.
Sus ingresos son de 788 euros
al mes y paga 525 de casa. Si no fuera por la ayuda, no comería. Incluso
con ella, la realidad sigue siendo terrible: “La alimentación la tengo cubierta
para mis hijas, si sobra, como yo, si no, pues nada. Ellas son lo primero”.
Cuando todo acabe empezará a prepararse para trabajar como teleoperadora, dice
con resignación al otro lado del teléfono.
Son las 11:30 horas. En la
calle Leopoldo Romeo de Zaragoza, tres personas hacen cola ante la asociación
de vecinos para recoger su ayuda. “Les citamos por teléfono a diferentes horas
para que no haya aglomeraciones”, dice el presidente, Laureano Garín. Además de
comida, van a empezar a dar kits de higiene (con gel, champú,
dentífrico…) y también ropa. Por añadidura, han abierto una bolsa de trabajo
para temporeros: “Se han inscrito 600 y ya hemos colocado a 40”.
Una mujer habla muy a menudo
con sus hijos, que están en Marruecos, de donde ella vino a España hace un año.
Con una sonrisa contrarresta sus ojos permanentemente tristes por la
remembranza familiar. Ya tiene el carro lleno, así que después de esta
conversación se marchará a la casa donde una amiga le ha dado un techo. Desde
que está en España no ha encontrado empleo y la de esta asociación es la única
ayuda. Deja claro que no pretende conseguir más: “Sólo quiero trabajar”.
También lo ansía otra mujer,
de Gambia, que lleva ya dos décadas en España. Mientras espera su turno,
explica que ha trabajado como temporera, “con la cebolla, la cereza, la pera,
el melocotón…”. El marido ha vuelto a su país, así que vive sola con cinco
hijos e hijas. El resto (tiene nueve) ya se han marchado. Cobra 250 euros de
una ayuda del Ayuntamiento y 400 del subsidio que le quedó a su marido. “No me
llega para nada”, afirma corroborando lo obvio.
La, cada vez más numerosa,
familia que se ha creado en derredor de la asociación tiene varias madres y
padres: el presidente, (que colabora con ellos desde los 10 años y quieres ser
abogada), el párroco venezolano que informa a las personas necesitadas, los
colegios de la zona y todos los voluntarios y voluntarias que hacen (sobre todo
en esta época) de la solidaridad su empleo.
Un voluntario, que va de aquí
para allá: carga, entrega, organiza, hace fotocopias (a todos se les pide una
identificación), “soy voluntario profesional”, dice con sorna. Apunta que
empezaron a repartir comida en la anterior crisis económica y que, durante
esta, han pasado de 90 a 400 familias apuntadas. “Casi todas españolas”,
subraya. No todos están de acuerdo con que se den estas ayudas: “Hay gente con
muy mala leche, vienen y tiran comida en el contenedor de enfrente”, señala con
rabia.
821 millones de personas pasan hambre en el mundo
No es fácil dar una cifra, más
o menos, exacta sobre cuánta gente pasa hambre en el mundo. El informe de
la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO), ‘El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el
Mundo’, señalaba que, en 2017, 821 millones de personas estaban subalimentadas,
con 151 millones de niños menores de 5 años con retraso del crecimiento y 51
millones de menores con emaciación. La cifra total no ha cesado de crecer desde
2015.
Dicho estudio anotaba que, en
España, las personas con problemas alimenticios rondaban las 600.000, sin
embargo, un informe, también de 2017, de la Asociación de Directores y Gerentes
de Servicios Sociales subía el número hasta los 2 millones. Indicaba también
que el 33,7 % de los españoles y españolas “tienen dificultades o muchas
dificultades” para llegar a fin de mes y que el 2,6 % de los hogares “no
pueden permitirse comer carne, pollo o pescado al menos cada dos días”.
Reportaje Cuarto Poder. Digital. Sábado 4 de junio 2020
Asociación CIVITAS Las Fuentes
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